Te escribo esta carta con seguridad en la mano y temor en el corazón, pues la intervención divina ha puesto en mi camino la mayor revelación de los hombres. Te ruego cuides tu persona, integridad y sentimientos de ese "amor" apasionado que Ovidio ha descrito en sus páginas con tinta perfumada de ilusiones y tretas, ya que su amor no tiene mayor objeto que satisfacer su placer subyugando a la amada con adornos en la palabra e ilusiones en su actuar.
Ten cuidado de los festines donde abunden los dones de Baco y no dejes que los vapores del vino nublen tu mente, pues es ahí donde los hombres se creen seguros de dirigir sus atenciones llenas de ternuras y bellas insinuaciones inclusive a la dama que ya tiene un hombre en su lecho.
Yo te insto a leer esta obra para que te cuides de los falsos nombres de amigo y seas perspicaz a las miradas ardientes, las palabras sensuales y los labios abrasadores que tan bien practicados tienen los discípulos de Ovidio; que en público extenderán la mano favorable a tu amante, pero en privado lo maldecirán mil veces y más tocando con delicadeza tu talle y lisonjeando tu belleza en susurros al oído aprovechando la vanidad femenina, a la par que evita las disputas por una mujer.
No seas tímida de leer a Ovidio, pues así como en su época creó el manual perfecto para manipular los sentimientos de mujer, en la actualidad nos ha dado el arsenal ideal para cambiar los papeles y tener a los hombres a nuestros pies. Pues no hay mejor tentación para un hombre que el vera la mujer que desea inmune de su atención.
Discípula de Ovidio.
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