jueves, 26 de noviembre de 2015

Carta de una (no) madre.

En este papel dejaré impreso el miedo y la desesperación más grandes que mi mente ha creado hasta ahora. No teman, que la siguiente naccación no es otra cosa más que una pesadilla de mi imaginación; fruto de una situación que, si no la deducen, por el momento no se podrá dar a conocer.

Es maravilloso pensar en sueños y metas, que hermoso, cuánta gloria se imagina uno del momento en que pueda decir: ¡Lo hice, lo logré! La universidad, las prácticas en el extranjero, mi trabajo fascinante; todas las ideas que uno concibe de adolescente impetuoso hechas realidad. ¿Imposible?, no lo creo, pero ¿incorruptible?

Cuando somos jóvenes y ambiciosos no podemos imaginarnos el significado de vivir y experimentar. Significa imprevistos, complicaciones, variables no tomadas en cuenta y que, en mi caso, significó un embarazo no deseado a una edad aún menos deseada. La primer reacción es pánico, terror por lo que pasará al decir: Mamá, estoy embarazada. Y los meses de angustia previos a la decisión más difícil: ¿qué hacer?

Oh, mi hermosa niña, si yo hubiese sido un poco más sabia en ese entonces, si hubiera sido un poco menos egoísta y temerosa... Pero sólo era una niña ignorante en busca del mejor consejo, y ni toda la escuela del mundo te prepara para una situación como esa en que me encontraba. A estas alturas ya sabrás todo lo que pasó por mi mente: aborto, adopción, crianza propia, abandonar mis estudios, matrimonio forzado... La pregunta que constantemente me atormentaba era: ¿qué hay de mis sueños?, ¿qué pasará con todo aquello que he querido hacer de mi vida?. ¡No sabes cuánto me lamento ahora! Fui una niña tan egoísta que el arrepentimiento está clavado como una daga en mi corazón...

Te di en adopción, mi dulce y tierna niña. Tentre mis brazos ha sido lo más maravilloso que me ha pasado en la vida; tener tu frágil cuerpecito pegado a mi pecho, tu olor a bebé, tu llanto lleno de vida es el sonido más melodioso que mis oídos han podido escuchar jamás. Fue un momento perfecto, tú eras perfecta así, conmigo... Pero sólo duró unos minutos, fugaces instantes que quedaron grabados a fuego en mi memoria junto con el chillido ensordecedor que soltaste cuando te apartaron de mi... Oh, mi dulce, tierna y adorable criatura. No tienes idea de cuánto lloré. Ni siquiera el saber que te irías con tu padre era de gran consuelo para mí, pero me repetía una y otra vez que era lo mejor para ambas. ¡Que ilusa fui! Ni los más grandes reconocimientos, los exóticos países o el éxito profesional han llenado el vacío que dejó tu cuerpecito en mi pecho hace ya tantos años que me parecen siglos.

Hace un par de años, poco después de graduarme de la universidad, el destino me puso nuevamente en el camino de tu padre; corrí casi desesperada para alcanzarlo. Guardé la compostura tanto como pude, pero-. Ay , mi hermosa hijita- el vacío se ha vuelto tan grande, que me desmoroné y caí suplicante a sus pies. Le rogué que incumpliera nuestro acuerdo y me contara un poco sobre tí: tus gustos, tus amigos, si te agradaban las historias para dormir y sobre tu pijama favorita; le rogué a lágrima viva que me permitiera verte, aunque fuera sólo una fotografía, para saber cómo  habías cambiado, para ver lo hermosa que eras.

Aun conservo esa foto, la única que tengo de ti... Llevabas puesto un vestidito blanco de lazos verde botella con tus rebeldes rizos atrapados en gruesos listones; le sonreías a la cámara mientras abrazabas con fuerza un cerdito de peluche. Pero lo que derritió mi corazón fue la sonrisa con hoyuelos y los ojos grandes y brillantes iguales a los míos cuando era niña. Eras yo a tu edad pero un millón de veces más hermosa con tu piel de bronce y el rebelde cabello negro y rizado tan opuestos a mi.

Lloro cada noche con esa fotografía, pensando en ti hasta dormirme. El saber todo lo que me he perdido de ti me rompe el alma. Ya no eres una bebé, ni siquiera una niña pequeña. Mi linda mujercita, toda una vida sin tí parece una eternidad. Este es mi infierno en la tierra y sufro, sufro la traición que cometí contra ti, que es mi acto más perverso...

Oh, niña de mis ojos. Con tu padre se fue otro pedazo de mi corazón esperando que al abrazarlo pudieras sentir todo el amor que te tengo, pues sería la última vez que sabría de tí, de eso estoy segura... Y ahora hago uso del único recurso que tengo para comunicarme contigo, mi única oportunidad de decirte cuánto te amo, cuánto te añoro...

Oh, mi pequeña, mi tormento es más grande que nunca porque desearía poder traspasar el velo que hay entre nosotras y estrecharte entre mis brazos una vez más como al nacer. No me imagino lo que estarás sintiendo ahora, mi niña adorada, pero ten por seguro que siempre serás los más importante en mi corazón...

Con amor,
Tu Madre.